Un poema de Julio Ameller,
que despierta nuestras conciencias
y no deja que nos olvidemos,
de esos niños que nunca llegaron a serlo.

Cercado por el miedovivimos formulando preguntas sin respuesta.Acechante el insomnio nos anuncia la horadel último naufragioen grises cementerios sin cruces ni sepulcros. Un díame dijeron que debía matar.En mis manos recién adolescentes,en mis oscuras manos que conservaban tibioel llanto de mi madre,pusieron un fusil.Y me hablaron de cosas y de cosas.Me enseñaron el arte sutil de la emboscaday urgieron mis oídos con siniestras canciones.Era yo un adolescentecon os ojos abiertos al milagro del alba,del viento y de los mares,y debía matar.Unos hombres sin nombre,cegados por el sucio designio de otros hombresreptaban -como yo- en la maraña.Me debían matar.Dime, soldadito:nuestros uniformes son distintosnada más ¿no es verdad?Y en tu vieja cabaña que nunca visitaronlos que entregan fusilesalguien quedó llorando, también, ¿no es verdad?¿Qué hacemos desolado camarada,qué hacemos con los hombres que nos dan fusiles?
Has dado un vuelco a tu blog con un tema tan duro como el de los niños soldados. Sin embargo, si hablamos de amor, nunca debemos olvidarnos de ellos: son el futuro.
ResponderEliminarGracias ppor pasarte por mi blog, ahora estoy estancado pero se arregla muy pronto.
Ya te tengo fichada :)
En este poema, no hablamos del amor entre un hombre y una mujer, si no del amor de un hijo a una madre, del amor a esa vida arrebatada.
ResponderEliminarLos niños son el futuro y les debemos llenar de amor, para que sepan también darlo.
Es fácil hablar de amor cuando siempre se ha tenido,
¿ pero si no lo han tenido ni conocido?
¿ que futuro tendrán?
Gracias por pasarte Daddy